El Paseo del Prado de la Habana
En este artículo vamos a hablar del Paseo del Prado en La Habana, una de las avenidas más emblemáticas y antiguas de la ciudad, y una obra de arte urbana que combina historia, arquitectura, naturaleza y cultura en un espacio único.
Su historia se remonta al siglo XVIII, durante el gobierno colonial del marqués de la Torre, capitán general de la isla. Fue diseñado por el ingeniero militar Antonio Fernández de Trebejos y Zaldívar, quien se inspiró en el paseo del Prado de Madrid. Construido para el esparcimiento de la aristocracia colonial y de los habitantes de la ciudad, se inauguró en 1772 y se extendía desde la Puerta de Tierra hasta el Campo de Marte, donde hoy se encuentra el Parque Central
Su primer nombre fue Alameda de Extramuros o de Isabel II, porque se encontraba fuera de las murallas que rodeaban la ciudad para defenderla de los continuos ataques de corsarios y piratas, ofreciendo un lugar de recreo y esparcimiento para los habitantes de La Habana que podían pasear por su zona peatonal arbolada y admirar las mansiones neoclásicas que se levantaron a ambos lados de su recorrido.
A lo largo de los siglos, el Paseo del Prado sufrió varias remodelaciones y cambios de nombre. En 1834, durante el gobierno del capitán general Miguel Tacón, se amplió el paseo hasta el litoral donde hoy se levanta el Malecón. También se construyeron el Teatro Tacón (hoy Gran Teatro de La Habana), la Cárcel Pública (demolida en 1928) y el Campo de Marte (hoy Parque de la Fraternidad).
En 1902, con la intervención norteamericana, se le llamó Paseo de Martí, en honor al apóstol de la independencia cubana, aunque el pueblo le siguió llamando El Prado. Se le dotó del primer pavimento asfaltado en La Habana y su trazado se extendió hasta el Parque Central, quedando bien definidas sus tres secciones: una zona arbolada peatonal con calles laterales, una zona vial con parqueo y la plazoleta de la Fuente de la India en uno de sus extremos.
Más tarde, en 1928, el arquitecto paisajista francés Jean-Claude Nicolas Forestier rediseñó esta avenida para convertirla en uno de los paseos más importantes de La Habana y de América Latina. Se colocaron bancos de piedra y mármol, farolas artísticas, elementos ornamentales como copas y ménsulas, así como ocho estatuas con figuras de leones hechas de bronce, que parecen custodiar el paseo. Finalmente se pavimentó el paseo central con un bello piso de terrazo y se extendió hasta donde, en 1929, se construyó el Capitolio Nacional como sede del Congreso de la República.
Los leones del Paseo del Prado en la Habana
Los leones del Paseo del Prado en La Habana son una de las obras más emblemáticas y fotografiadas de la ciudad. Estas esculturas de bronce, que custodian las cuatro esquinas de la avenida más elegante y arbolada de la capital cubana, tienen una historia fascinante que pocos conocen.
Aunque inspirados en los modelos del escultor francés Antoine-Louis Barye, considerado el padre del arte animalista, los leones habaneros tienen rasgos propios que los distinguen de sus homólogos europeos. Por ejemplo, tienen las garras más largas y afiladas, las melenas más frondosas y los rostros más expresivos.
Fueron fundidos en los talleres de Obras Públicas de La Habana entre 1926 y 1928, por un equipo de artesanos dirigido por el maestro fundidor Emilio Vizcón Hernández, quien también trabajó en otras obras importantes como Los Venados del Zoológico Nacional de la calle 26 y la Leyenda de Canimao, ambos de la reconocida escultora cubana Rita Longa. Finalmente, en 1929 fueron colocados a ambos lados del paseo peatonal como parte de un proyecto de remodelación urbana impulsado por el alcalde Miguel Mariano Gómez y desde entonces se han convertido en un símbolo de la ciudad y en un atractivo turístico que nutre a miles de visitantes cada año.
Los leones del Paseo del Prado, en La Habana, son una muestra del talento y la creatividad de los artistas cubanos, que supieron adaptar una tradición europea a su contexto y cultura. Son también un testimonio de la historia y la belleza de una ciudad que se ha sabido reinventar a lo largo de los siglos.
Parte de la escenografía y la historia de La Habana
El Paseo del Prado habanero ha formado parte de importantes eventos históricos, como la entrada triunfal de las tropas mambisas, en 1899, tras la guerra de independencia contra España, el desfile militar del 20 de mayo de 1902 para celebrar la primera república cubana, la manifestación popular del 12 de marzo de 1952 contra el golpe de estado de Fulgencio Batista o la concentración masiva del 1 de mayo de 1961 para respaldar la proclamación del carácter socialista de la revolución cubana.
Escenario de eventos culturales, como desfiles de moda, exposiciones de arte o conciertos musicales, es también un lugar donde se puede apreciar la diversidad y el colorido de la vida cubana, con sus vendedores ambulantes, sus artistas callejeros, sus niños jugando o sus parejas enamoradas. Es también un espacio para la expresión artística, donde se pueden encontrar pintores, músicos, bailarines y vendedores ambulantes que ofrecen sus obras y servicios.
Hoy en día, esta bella avenida de La Habana sigue siendo un lugar emblemático y atractivo. Un lugar de encuentro donde lugareños y visitantes pueden admirar edificios y monumentos de diversos estilos arquitectónicos, como el neoclásico, el art decó, el eclecticismo y el modernismo entre los que destacan el Capitolio Nacional, el Gran Teatro de La Habana, el Palacio Presidencial (hoy Museo de la Revolución), el Palacio Aldama (hoy Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos), el Hotel Sevilla (donde se hospedó Al Capone) y el Hotel Saratoga (donde cantó Josephine Baker).
En fin, el Paseo del Prado de La Habana es una muestra viva de la historia y la cultura de una ciudad que se ha sabido reinventar a través de los siglos sin perder su esencia, resistiendo los avatares del tiempo. Es un lugar que invita a caminar, a contemplar y a disfrutar de la belleza y la diversidad de la capital cubana.